Ara que el projecte d’Eix Transversal Ferroviari comença a moure’s, i que, després de molt temps, s’entreveu ja a llarg termini un canvi substancial en la pobresa de les comunicacions a la nostra comarca, resulta curiós submergir-se en la premsa igualadina de finals del segle XIX per a copsar com es vivia l’anhel pel ferrocarril, abans que aquest arribés per primer cop a Igualada l’any 1893.
Cercant a l’hemeroteca, he trobat un text curiós en un exemplar d’una publicació titulada “La Serenata de Igualada” del 10 de març de 1881. Aquesta publicació es declarava “periódico no político, ni científico, ni literario y defensor de los verdaderos intereses de esta localidad”. En transcric un fragment:
“El carro de la civilización avanza.
El que intente detenerle morirá aplastado por sus ruedas.
El insensato que se obstine en no seguir su marcha, perecerá víctima de su misma aberración.
La eterna ley del progreso, es la ley de la humanidad.
Verdad es, confirmada por la historia, que las sociedades refractarias a esta suprema ley, han sido absorbidas y aniquiladas por otras en cuya frente iba la radiante estrella del adelanto.
Los pueblos a quienes el fanatismo de la ignorancia no ha embotado su sentido común hasta el extremo de referir todos sus males al progreso actual, no deben olvidarlo.
Convencida de esta verdad, Igualada ha sacudido su letargo, y queriendo ser parte activa al progresivo y general concierto, se han levantado sus habitantes, y encaminando todos sus esfuerzos a procurarse uno de los medios de locomoción, patrimonio de las modernas sociedades, sin distinción de matices todos han gritado ¡Viva el ferrocarril!...
Al oir este grito patriótico, expresión del genio del adelanto, las veneradas sombras de nuestros respetables abuelos asomando sus cabezas por los muros de nuestra necrópolis, mirando nuestra ciudad, sonrieron de satisfacción y con noble orgullo dijeron: nuestros hijos son los que despiertan… los conocemos, el mismo valor cívico, el mismo entusiasmo que les legamos allá en las alturas del Bruch… dignos son de nosotros, en nada han degenerado, ¡Benditos sean!
Ferrocarril, cada vez que te contemplo ya lleno de calma y majestad, ya asemejándote al huracán en tu marcha vertiginosa, me entusiasmo y te saludo.
Tú que das vida a las sociedades modernas, tú que con veloz carrera acortas las distancias, unes los pueblos, borras rivalidades, haces comunes los productos, y al calor del fuego que te anima impulsas a la gran familia humana al perfeccionamiento realizando aquel ideal soberbio a que debe llegar la humanidad, la fraternidad universal, ven luego a mi patria, que se oiga pronto tu vivificante silbido retumbando por los picachos del Montserrat, lanzado allí por el frío viento de Segarra.
A pesar de las maquiavélicas y tenebrosas combinaciones que en contra de esta idea pudieran hacer ciertas personas, estamos en la grata expectación de ver realizadas nuestras esperanzas, convencidos como estamos que la junta y nuestros compatricios en general, compactos y unidos, despreciando toda sugestión ruin y miserable, prestarán como han prometido, todo su concurso moral y material en pro de esta mejora que tanto lustre ha de dar a Igualada.”
Vehemència no li faltava a l’autor d’aquest article, que firmava com a El igualadino. I malgrat tot, el tren trigà encara 12 anys en arribar a Igualada. Probablement l’Eix Transversal Ferroviari no obtindrà tals manifestacions d’entusiasme, i potser que tardi tant o més que el primer tren.
Per cert, qui vulgui consultar aquest i altres exemplars de la premsa local d’aquella època per internet, ho pot fer a través de la pàgina del Servei de Biblioteques de la Diputació de Barcelona, que dóna accés als fons locals digitalitzats (http://www.diba.cat/xbcr/default.htm).
Cercant a l’hemeroteca, he trobat un text curiós en un exemplar d’una publicació titulada “La Serenata de Igualada” del 10 de març de 1881. Aquesta publicació es declarava “periódico no político, ni científico, ni literario y defensor de los verdaderos intereses de esta localidad”. En transcric un fragment:
“El carro de la civilización avanza.
El que intente detenerle morirá aplastado por sus ruedas.
El insensato que se obstine en no seguir su marcha, perecerá víctima de su misma aberración.
La eterna ley del progreso, es la ley de la humanidad.
Verdad es, confirmada por la historia, que las sociedades refractarias a esta suprema ley, han sido absorbidas y aniquiladas por otras en cuya frente iba la radiante estrella del adelanto.
Los pueblos a quienes el fanatismo de la ignorancia no ha embotado su sentido común hasta el extremo de referir todos sus males al progreso actual, no deben olvidarlo.
Convencida de esta verdad, Igualada ha sacudido su letargo, y queriendo ser parte activa al progresivo y general concierto, se han levantado sus habitantes, y encaminando todos sus esfuerzos a procurarse uno de los medios de locomoción, patrimonio de las modernas sociedades, sin distinción de matices todos han gritado ¡Viva el ferrocarril!...
Al oir este grito patriótico, expresión del genio del adelanto, las veneradas sombras de nuestros respetables abuelos asomando sus cabezas por los muros de nuestra necrópolis, mirando nuestra ciudad, sonrieron de satisfacción y con noble orgullo dijeron: nuestros hijos son los que despiertan… los conocemos, el mismo valor cívico, el mismo entusiasmo que les legamos allá en las alturas del Bruch… dignos son de nosotros, en nada han degenerado, ¡Benditos sean!
Ferrocarril, cada vez que te contemplo ya lleno de calma y majestad, ya asemejándote al huracán en tu marcha vertiginosa, me entusiasmo y te saludo.
Tú que das vida a las sociedades modernas, tú que con veloz carrera acortas las distancias, unes los pueblos, borras rivalidades, haces comunes los productos, y al calor del fuego que te anima impulsas a la gran familia humana al perfeccionamiento realizando aquel ideal soberbio a que debe llegar la humanidad, la fraternidad universal, ven luego a mi patria, que se oiga pronto tu vivificante silbido retumbando por los picachos del Montserrat, lanzado allí por el frío viento de Segarra.
A pesar de las maquiavélicas y tenebrosas combinaciones que en contra de esta idea pudieran hacer ciertas personas, estamos en la grata expectación de ver realizadas nuestras esperanzas, convencidos como estamos que la junta y nuestros compatricios en general, compactos y unidos, despreciando toda sugestión ruin y miserable, prestarán como han prometido, todo su concurso moral y material en pro de esta mejora que tanto lustre ha de dar a Igualada.”
Vehemència no li faltava a l’autor d’aquest article, que firmava com a El igualadino. I malgrat tot, el tren trigà encara 12 anys en arribar a Igualada. Probablement l’Eix Transversal Ferroviari no obtindrà tals manifestacions d’entusiasme, i potser que tardi tant o més que el primer tren.
Per cert, qui vulgui consultar aquest i altres exemplars de la premsa local d’aquella època per internet, ho pot fer a través de la pàgina del Servei de Biblioteques de la Diputació de Barcelona, que dóna accés als fons locals digitalitzats (http://www.diba.cat/xbcr/default.htm).
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